Por: Ltf. Karina López Zamudio

Respirar es una acción que nos acompaña desde que nacemos y soltamos en llanto hasta que morimos y tenemos nuestro último suspiro. A pesar de estar presente durante toda nuestra vida, es algo  que solemos tener olvidado porque regularmente lo hacemos de manera inconsciente.

Podemos vivir sin tomar agua entre 3 y 5 días, y sin alimentos hasta 40 días, pero no podemos estar sin respirar más de 5 minutos sin sufrir algún daño, a menos que  estemos  entrenados para realizarlo como los buzos que con técnicas específicas pueden contener la respiración por un tiempo mayor.

Cada hora respiramos en promedio unas 900 veces, aproximadamente unas 21,600 veces al día… y a todo esto, ¿sabemos realmente cómo respirar de forma adecuada?

Respirar va más allá de solamente inhalar y exhalar o de  transportar oxígeno a nuestras células, en la respiración llevamos a cabo muchos procesos que  influyen en varios  sistemas corporales a nivel químico,  muscular y psicológico y esto tiene un impacto en nuestra postura, movimiento, atención mental, sistema nervioso, ph sanguíneo y hasta en nuestras emociones. Respirar de forma adecuada mejora nuestra salud, la calidad del sueño y el rendimiento físico.

Tenemos la capacidad de poder controlar nuestra respiración a diferencia de otras funciones como la frecuencia cardiaca que nos resulta imposible, yoguis experimentados sí la pueden controlar. Esta habilidad de controlar la respiración, se dio a través de la evolución y al parecer nos brindó la capacidad de poder hablar y desarrollar el lenguaje. Nuestra nariz también evolucionó, nuestros ancestros tenían una nariz plana (como la de un gorila)  y el aire entraba de manera frontal, con el tiempo se fue formando un tabique y orificios nasales verticales que miran hacia abajo, así al entrar el aire en un ángulo de 90 grados, este se filtra de partículas contaminantes, se calienta y humidifica al tener contacto con las mucosas. En la espiración, ese mismo recorrido inverso captura la propia humedad corporal y evita  la perdida de agua. La respiración nasal aumenta la producción de óxido nítrico que es un vasodilatador que puede ayudarnos a aumentar el flujo sanguíneo facilitando la llegada de nutrientes al músculo mientras hacemos ejercicio.

Por otra parte, respirar de manera constante por la boca se asocia a deformaciones dentales, mandibulares, mala oclusión  y por lo tanto es importante corregir la respiración durante los primeros años de vida. Respirar por la boca nos hace respirar de más ya que lo hacemos de una manera superficial y aumenta la frecuencia.

Las condiciones actuales de la vida,  pasar mucho tiempo sentados en una silla dificulta la respiración diafragmática, el estrés,  la falta de ejercicio, el ritmo acelerado, y hasta  la ropa que utilizamos muy ajustada o la estética (meter la panza y sacar el pecho) , están relacionadas con nuestra respiración, solemos hacerlo de forma superficial y acelerada. Una respiración inadecuada tiene solución: puede ser reentrenada.

Aprender a respirar correctamente, es aprender a vivir correctamente.